Mateo 2:11.
Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra”
A pesar de que son diversos los comentarios sobre los “magos” de Oriente que visitaron a Jesús a pocas horas de nacido, aprendemos mucho de ellos y de sus actitudes de generosidad y adoración
“¿Dónde está el Rey de los judíos, que ha nacido?. Porque su estrella hemos visto en el oriente y venimos a adorarle” (verso 2).
Le adoraron y luego abrieron sus tesoros y le entregaron presentes (lo mejor que tenían).
Mateo 25: 40.
Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.
I.- ORO
En el libro de Mateo vemos a los Reyes de Oriente abriendo sus tesoros a Jesús. Ellos le darían de lo mejor que poseían. Esto es profundamente bello. Trajeron desde lejos todos sus tesoros para adorarle y al verlo, pusieron a sus pies lo más significativo, valioso.
Al Señor tenemos que darle siempre lo mejor.
II.- INCIENSO
II.- INCIENSO
El incienso era la sustancia aromática que se quemaba en el Tabernáculo de Moisés y en el Templo de Salomón sobre el altar de oro del incienso. Sólo podía ser preparado a través de la fórmula dada por Dios a Moisés según el libro de Éxodo.
Tenía un simbolismo en sí mismo muy profundo y espiritual. Tenía que ser quemado en el santuario cada día y cada noche como ofrenda agradable al Señor.
El incienso era un símbolo de la oración, según ambos Testamentos (Salmo 141:2; Apocalipsis 5:8) y era algo muy preciado y costoso.
El incienso también era obtenido a alto precio para perfume, de árboles de Arabia y África (Jeremías 6:20; Cantares 3:6). Era un buen símbolo del amor o del enamoramiento entre dos personas.
El incienso simboliza el amor del adorador, su conciencia de adorar continuamente a Dios y su anhelo por una cercanía e intimidad con Él.
El incienso representa nuestra alabanza o gratitud, nuestro aprecio y amor por la Presencia Divina y la oración intercesora por el hombre caído.
El incienso quemado cada día señala la necesidad y responsabilidad de orar cada día a Jesucristo, que tiene Su Novia, la Iglesia.
III.- MIRRA.
La mirra es la traducción de tres vocablos hebreos y dos griegos que aparecen en el Antiguo y Nuevo Testamento.
La mirra se contaba entre los elementos valiosos de los magos de oriente. Era parte de sus tesoros reales.
La mirra fue usada también aprovechando sus cualidades soporíferas (Soporífero: Que mueve o inclina al sueño.) , mezclándola con diversas bebidas ofrecidas a personas torturadas. Jesucristo mismo, rehusó el vino (vinagre) mirrado antes de morir (Marcos 15:23). Él quería tomar la copa de sufrimiento por los mortales a plenitud.
Estos tres regalos expresaron proféticamente su naturaleza divina y humana, así como sus funciones de Rey, Profeta y Sacerdote (tres unciones) de Jehová.
La mirra es el ingrediente que faltaba para hacer de la adoración una ofrenda y oblación agradable al Padre.
Es el ingrediente que indica que el adorador debe siempre tener una actitud de humillación y sujeción a los designios soberanos de Dios.
David el rey, conocedor de música y alabanza, tuvo que experimentar diversos tratos del Espíritu en su vida, hasta llegar a comprender que adorar no era sólo traerle ofrendas al Señor. David dijo:”Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; No quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios” Salmo 51:16-17.
La Iglesia debe añadirle mirra a su adoración. Amén.
La palabra del Señor nos invita a ser generosos con nuestros prójimos.
Mateo 25: 40.
Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.
Esta noche es de bendición pues hemos querido ver a nuestros niños alegres
La bendición de ser generoso
Proverbios 11:24,25:
“Es posible repartir lo que se tiene y aumentar la riqueza; también es posible mostrarse avariento y perderlo todo. Si, el hombre generoso se enriquecerá. Agua que da al prójimo es agua que vuelve a él”.
Si Dios es el que nos enseña a dar para recibir, Dios es el que siembra para cosechar y Él ha plantado eso en la vida nuestra.
Dios bendice tu pan y tus aguas, bendice tu vida, bendice tu entrada y tu salida, bendice tu trabajo, tu prosperidad en todas las áreas, pero la bendición más grande es que vas a llegar a ser un administrador y mayordomo fiel del Rey de reyes y Señor de señores, y vas a recibir una cosecha abundante.